Al momento de elegir una joya con diamantes es posible que pase desapercibido el fascinante mundo que está detrás de esta preciosa gema. Cada uno de ellos tiene una historia que va más allá de su deslumbrante superficie y que empezó hace miles de millones de años atrás, en las profundidades de la Tierra.
Es por ello que los gemólogos, expertos en piedras preciosas, se dedican a revelar el misterio e intentar preservar un poco de su recorrido con la clasificación de los diamantes que nos muestran su pureza, tamaño y las tonalidades que traen desde su origen.
Explorando las 4C's: Carat, Color, Claridad y Corte
Antes que un diamante se convierta en una preciosa joya, debe pasar por un proceso de preparación que incluye el corte, el pulido y la posterior evaluación de la calidad de sus características de origen.
Este estudio lo realizan instituciones gemológicas reconocidas a nivel mundial como el Instituto Gemológico Americano o GIA, por sus siglas en inglés, aunque también puede ser elaborado por especialistas en gemas particulares certificados por alguno de esos institutos.
Cuando se evalúa un diamante, se consideran cuatro características principales, dos que tienen que ver con la intervención humana; que son el corte y el peso y dos que vienen desde su creación que hacen a cada diamante único.
En el corte, se evalúa la perfección de cada faceta. Esta se determina por la capacidad que tiene en reflejar la luz y verse más brillante. Un buen corte garantiza ese fuego e intenso brillo que caracteriza al diamante.
El peso en quilates determina también el tamaño de la piedra. Esto depende mucho de las dimensiones de la gema en bruto. El tamaño se selecciona generalmente por estética y funcionalidad, pero es un factor muy importante para determinar su valor final.
Una de las características naturales que se evalúa es el color. Un diamante puede venir en todos los colores posibles, siendo el incoloro el más popular en joyería. El diamante incoloro puede tener ciertas tonalidades amarillas debido a otros minerales en el interior de la piedra. Mientras más transparente sea, se considera más raro y valioso.
La claridad está relacionada con la pureza. Cuando un diamante está en formación, la presión y temperatura puede causar defectos en el interior de la gema, también es posible que pequeñas partículas de su entorno se mezclen y puedan verse a simple vista o a través de un microscopio. A estas “imperfecciones” se les conoce como inclusiones. Por lo general, los diamantes de mejor “calidad” y más raros, son aquellos libres de inclusiones o en un grado en los que es imposible verlos sin la ayuda de una lupa especial.
Estas 4 C 's quedan registradas en el certificado de cada diamante y vienen a ser como una identificación de su singularidad y rareza donde se deja por sentado la huella única de cada gema.
La Magia del Nombre "Diamante"
El término "diamante" tiene sus raíces en el antiguo griego "adamas", que significa irrompible, indomable e invencible. Desde el momento de su descubrimiento, los diamantes han sido tesoros preciados, evocando imágenes de elegancia, estilo y glamour en nuestra era moderna.
Estas radiantes piedras también tienen un significado muy especial, pues son usadas para conmemorar momentos de la vida que consideramos eternos. Desde hace años el diamante es usado como representación del amor eterno siendo la gema central de los anillos de compromiso tradicionales y hoy en día, también lo vemos adornando muchas alianzas de bodas.
Cada Diamante, una Historia Personal
Lo hermoso de tener una joya con un diamante natural es el poder llevar con vos una obra maestra de la naturaleza, con detalles extraordinarios que la hacen única e irrepetible. No habrá otro igual, por lo que será solo tuyo.
Volver