Cuando se trata de diamantes, entramos en un mundo totalmente diferente en el que la mayoría no somos expertos. Al encontrarnos con una joya de este tipo, ya sea porque estamos realizando nuestra primera compra de esta índole o nos están obsequiando, muchas veces nos surge la duda: ¿será realmente un diamante? A continuación te compartimos algunos tips para ayudarte a identificarlo sin tener que ser experto.
1. Aristas rectas:
Acercá tu vista al diamante usando una lupa de joyero. Podrás observar la perfección de las aristas en el corte que fue realizado. Los diamantes usados en la joyería pasan por un proceso de facetado en el cual se les da el corte necesario a la piedra para que brinde mayor luz y belleza. Estas aristas no se deterioran, ni siquiera con el uso ni el paso del tiempo. Prestá mucha atención! Porque si observás en detalle la piedra y te encontrás con que las aristas se encuentran gastadas, se trata de una imitación y no de un diamante.
2. Densidad de la piedra:
¿Sabías qué los diamantes poseen un alto grado de densidad, de 3,51 a 3,53 aproximadamente? Esta propiedad los convierte en una piedra pesada en comparación a otras. Por lo que si dejás caer un diamante dentro de un vaso de agua, este inmediatamente se irá al fondo. En cambio, los diamantes simulados flotarán en el agua, en vez de hundirse. Esto ocurre debido a las diferentes densidades entre una piedra real o falsa. Increíble, no?
Nota: Esto sólo funcionará si la piedra se encuentra suelta y no engarzada en una joya.
3. Sólo un diamante puede cortar o rayar a otro:
Una de las cualidades más hermosas del diamante es su dureza, la cual le permite siempre verse en perfecto estado. Por algo es el símbolo del amor eterno e irrompible. Pues el diamante es el mineral más duro de la naturaleza! Probá el siguiente test:
Intentá rayar el diamante con una estructura filosa. Si podés ver alguna marca, se trata de una imitación. Si la piedra permanece intacta, posiblemente se trate de un diamante. Otra forma de reconocerlo es intentar rayar una superficie de vidrio con un lado filoso de la piedra. Si el vidrio queda marcado, probablemente nos encontremos frente a un diamante.
4.Soplá:
Si, es en serio, soplá! Colocá la piedra cerca de tu boca y soplá un poco sobre su superficie, como si quisieras empañar un espejo con tu respiración. Los diamantes absorben el calor, por lo que en vez de empañarse, este soplo desaparecerá inmediatamente. Podés hacer esta prueba también con una piedra sintética, así podrás observar cómo conserva el soplo por mayor tiempo en su superficie.
5. Certificado de laboratorio:
Seamos sinceros, no es nada fácil identificar un diamante natural. ¡No te mortifiques! Podés recurrir a la opción más precisa: la autenticación del diamante. La manera más sencilla de reconocer un diamante es si este posee un certificado de autenticidad.
Esperamos que estos tips te hayan servido de ayuda para despejar las primeras dudas. Sin embargo, si necesitás conocer verdaderamente el tipo de piedra con la que contás, te aconsejamos consultar a un experto.
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